Juan José Hidalgo, cándido como siempre, nos ha contado el problemón de las aerolíneas, especialmente el suyo: el alquiler de los aviones. La casi totalidad de las compañías aéreas no es propietaria de sus aviones. Se salvan unas pocas –O’Leary, de nuevo, a contracorriente, pero en el lado correcto del negocio– que saben que, por un lado se es más independiente y, por otro, es más barato, aunque eso exige tener dinero.
¿Qué le pasa a Hidalgo? (Y quien dice Hidalgo dice todos los directores generales de la casi totalidad de las compañías aéreas.) Que cada fin de mes ha de pagar un millón de dólares por un avión como el 787. Diez aviones son diez millones mensuales; veinte aviones… Y así hasta la ruina final. Cuando decidieron escoger este modelo, debían de saber que corrían el riesgo de que un fenómeno como este les paralizara la flota. O un volcán como el islandés. O una crisis bélica. Supongo que habría sido posible asegurar este riesgo, pero es encarecer más el coste operativo de compañías que han tendido a volar sin poner nada de capital: ni aviones, ni locales, ni liquidez. O sea, una montaña rusa constante: ha de entrar liquidez diaria porque sale al mismo ritmo.
O sea que hoy, mientras los trabajadores están en nómina del Gobierno, la compañía mantiene unos costes mínimos de estar abierta, pero sobre todo tiene los alquileres de los aviones, que simplemente hace insostenible la situación. Esto es lo que las que son propietarias de los aviones no sufren. Para estas, es una inversión improductiva, pero no cuesta dinero…
Ahí es donde aparece la pregunta clave: ¿deben los gobiernos, con el dinero de los ciudadanos, pagar el coste de estos aviones que estas aerolíneas tienen alquilados con bastante poca cautela? Si lo hacen –como ocurre en Francia y en Alemania, por poner un ejemplo– nos encontramos con que Ryanair tiene razón: ¿por qué a quienes nunca han comprado su propia flota hay que subvencionarlos y no a quienes tienen sus aviones en propiedad? ¿Por qué hay que ayudar a los que no han puesto dinero de su capital en aviones en perjuicio de quienes no han repartido ese dinero a los accionistas? Porque usted y yo y todos podemos decir pestes de los accionistas de Ryanair, pero ellos optaron por gastarse el dinero en comprar los aviones en lugar de llevarse ese beneficio a casa y alquilar la flota. Las cosas, como son.
El asunto no es menor y merece una reflexión en donde toca, los parlamentos, sobre todo en el europeo, donde las cuestiones de competencia deberían ser estudiadas con cuidado.